aerostático

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domingo, marzo 20, 2011

Vivir sin miedo a la locura...


Las primeras veces te dejan un notable sabor en la punta de la lengua. Algo para que sea memorable, aunque quede en el olvido al día siguiente (a esto se le llama ironía). Las primeras veces tienen un toque mágico, algunas son como el aleteo de una mariposa derrumbando el mundo, y otras, sin conocer el arte de la discreción se dejan caer con la fuerza toda la fuerza destructora de la vida. Impredecibles, casuales, inteligibles.

Un día vas caminando como si nada, y de repente escuchas una voz desgarradora, como no queriendo la cosa te acercas a preguntar quien canta. Santa, te dicen; y te parece el peor nombre de la historia con ese bajeo tan oscuro y esa voz desgarradora. “Tratar de ver qué tienes adentro, resulta banal”.

Eres demasiado joven para tu propio bien. Impresionable, si. Experimental, ¿por qué no? Y ves en la estantería del kiosco una portada de una revista que te provoca una confusión absoluta: una jovencita Julieta en brazos de una vampiresa de cabellos largos y negros. Al lado, otra fotografía de una pequeña mujer enfundada en un vestido rojo, canta mientras un rio de flores blancas cae por el micrófono piensas que así debe ser una cantante. Como estrellarse violentamente contra lirios blancos y cables de alta tensión. “Abre tu mente y piensa que no estoy lejos”.

La casualidad de las primeras veces. Saliendo del cine vas de la mano del que piensas será el amor de tu vida, (sin darte cuenta que tendrás diferentes vidas en tu amor, eres demasiado joven para entender eso). Caminan sin rumbo como se suele caminar en la adolescencia, y felices se tropiezan con el mayor tesoro: un contenedor de discos compactos, dividen el botín. Ganas un disco raro,… un corazón plasmado en metal sobresale. Santa Sabina, Símbolos. Acaban de ver Entrevista con el vampiro, afortunadamente el disco no tiene rayón alguno. Cedes más de tres discos para quedarte con ese corazón de metal. “Déjame beber, tengo sed de saber…” Te das cuentas que en las relaciones como en la vida, hay que perder un poco para ganar.

No dejas de escuchar ese disco, investigas todo sobre ella… crees firmemente que pudieran ser otros músicos y seguiría teniendo el mismo efecto en ti. Boca roja, ojos negros… tu personal fetiche vampiro, lésbico, inteligente, creativo, voz hipnótica, ella y su voz de lirios blancos. “¿Qué te atemoriza? Mente amurallada. Para el amor yo soy mortal, yo soy la muerte” Le pides al “amor-de-tu-vida” un beso bajo su música, nunca confesaras la verdad, es un secreto entre ella y tú.

Adriana Díaz Enciso, Kafka, el director Alberto Cortés,… referencias obligadas. EZLN, la novel izquierda,… quieres creer en algo. Se distingue entre las pocas que deambulan en ese ámbito que llaman rock nacional; sabes que es erróneo (y que ahora no tiene sentido mencionarlo) pero eran ellas, ellos, y Rita. La ves en entrevistas, la lees en publicaciones, pero sobre todo la escuchas “buscar, buscando la luz… “. Un toque dark, lo suficiente para no sentirte parte de la fauna gótica que no entiendes, ni quieres entender; un toque medieval, lo necesario para involucrarte por minutos en historias que jamás habías escuchado; piscas de teatralidad en escena, siempre te ha gustado verle pequeña y enorme en la infinita ironía entre lo físico y lo espiritual.

Debería de tener un baúl de “primeras veces”. Donde se acomode en orden alfabético, las veces que te tropezaste con ella y su correspondiente consecuencia. Cuando Babel significaba entendernos, cuando Mar adentro de la sangre significaba ser cómplices, cuando Espiral significó no verte más con los mismos ojos de amor adolescente.

Cada vez que sueño con serpientes. Cada vez que leo a Villaurrutia, a Encino o Kafka. Cada día en que pierdo primeras veces, casualidades, cada día pienso en lo que debo acomodar en ese baúl imaginario, en donde sin proponértelo harás lo mismo que hacías sobre el escenario… llenarlo, estando y no estando. “Nada va a llenar el vacío mar que hay en su corazón”

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